viernes, enero 23, 2015

Oso en estado de hibernación

Tengo un problema… y es que soy una criticona. De ahí la idea de: “Voy a hacer un blog de reseñas. Sí, genial, me ayudará a canalizar toda esta ira”.Es que estaba claro, no sé cómo no lo vi venir. ¿Qué hace una chica como yo, más vaga que un oso en estado de hibernación, creando un blog? Si me cuesta mil y horrores hacer las malditas entradas. Pues la respuesta está ahí, y es que me gusta criticar más que a un tonto un caramelo. Mis amigas ya están hartas de mí, han adquirido la habilidad de dejar el piloto automático cada vez que me escuchar hablar.


Por lo menos aquí es totalmente libre, lee quien le da la gana. Tú, por ejemplo, que te estás tragando todo esto aunque sé que quieres darle a la pestaña de cerrar. No deberías, pero no te juzgaré si lo haces. Nunca encuentro nada de mi gusto, siempre hay alguna cosita —suelen ser más de una— que no me convence del todo, alguna tara, algo… siempre hay algo. El caso es que no soy irascible porque no es que me ponga a chillar como una loca cada vez que me molesta algo, lo que hago es quejarme en voz baja y con tranquilidad. Alguna faceta buena tenía que tener.
Todo lo que sean libros, películas, series, trabajos, ensayos, formas de comportamiento, ropa… todo, todo, nunca está del todo bien para mí. Es muy difícil que encuentre algo que me guste del todo.
Soy una criticona de campeonato. ¿A quién no le gusta hacerlo de vez en cuando?
Me encantan los GIFs de Kim Kardashian. ♥
No obstante, tengo que dejar una cosa clara, en especial cuando estás dando tu opinión y no concuerda con la de los demás. Las críticas no son para nada en tono irrespetuoso, ni le estoy diciendo a nadie cómo debería hacer su trabajo. Es más bien una reflexión que me hago a mí misma, un simple: “Yo lo habría hecho de otra forma”. Y puede que mi forma de hacerlo tampoco estuviera del todo bien pero es un simple pensamiento u opinión.

Hay que hacer críticas constructivas.

El caso es que esto me suele pasar en especial con los hombres. Mi madre ya ha enterrado el hacha de guerra, sólo una de sus hijas se casará y yo no soy una de ellas. ¡Gracias, mami! Puede que sea este irrefrenable miedo a comprometerme que me hace ver las peores facetas de todo hombre que se me acerca —las peores para mí. No puedo remediarlo.  Seré una escritora fracasada y soltera durante el resto de mi vida o puede que encuentre el amor y me case a los 40 al estilo Carrie Bradshaw. O tal vez no.

Qué engañada me ha tenido siempre Sexo en Nueva York.


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